diciembre 03, 2014

La ciudad de las libélulas y los cafés

Grata sorpresa me llevé, al llegar a la ciudad de Buenos Aires.
 
Quizás me esperaba algo un poco más lleno, ruidoso y desesperante como es nuestro Santiago, o quizás se debía a que llegamos un día jueves muy tarde por la noche y que el fin de semana era feriado nacional. Sin embargo, creo que hay una mayor calma que en los suelos chilenos capitalinos.
 
Nos hospedamos en pleno centro, en el reconocido y nunca más bien ponderado Gran Hotel Orly. Lugar recomendado por mi abuelo quien, después supe, lo visitó hace más de 40 años. "Debe haber sido la última chupada del mate en ese entónces, de seguro"!!! jajaja.
 
Edificio de 10 pisos, con una estructura muy antigua y mal mantenida, reflejándose en sus asensores que abrían y cerraban las puertas a su dispocisión o en las alfombras y cubrecamas sucios. En fin, al menos algunos días las medialunas nos tocaron blandas y la ubicación era bastante privilegiada. Nada que reclamar si las 4 noches costaron alrededor de 60 mil pesos chilenos.

Cuatro días pasamos en la ciudad, caminando como hace tiempo no lo hacía, admirando la arquitectura y el respeto por las fachadas que le otorgaban un aire de cultura mayor a la nuestra.
 El primer día salimos a conocer la Avenida Florida, algo lejanamente similar a lo que es el Paseo Ahumada, lleno de comercio, tiendas y demases. Allí, encontramos la Galerías Pacífico, nada parecidas a los cuadrados y claustrofóbicos mall. Un lugar con mucha luz, tiendas muy caras y decoración adecuada, conservando la historia.
 
Más adelante en el día, encontramos uno de los lugares que quería conocer, la librería Ateneo ubicada en lo que antes fué un teatro. Hermoso lugar, te dan ganas de quedarte todo el día leyendo acostada en el suelo con un cojín cómodo. Bastante más baratos los libros!!! 2 kilos más de peso para la vuelta.
 
 Al llegar la tarde, en el cementerio, nos alcanzó una lluvia traicionera que nos pilló con poleras sin mangas y por su puesto sin paraguas, traje de agua o árbol cercano donde cobijarnos. Tuvimos que correr y tomar un taxi al hotel.
 
Hablando de taxis, que cambia la cosa cuando cada vez que entras a uno, el taxista te tira algún piropo, igualito que aquí!. ¿Lo desagradable?, al saber que eres chilena comienzan a imitar como hablamos. A mi oído, no sonaban muy parecido, ¿dirán lo mismo cuando nosotros los imitamos a ellos ché, boludo??
 
Algunas particularidades:
 
-Impresionante las paneras que disponen en los restaurantes antes de llevar tu pedido, nada de un pancito por persona. Una panera llena, y de distintos tipos, en algunos lugares también ponen maní, papas fritas, palitos de ajo, etc etc. Una maravilla!
 
 
-Caminando por la ciudad se pueden ver un sin fin de cafés y restaurantes. Me imagino yo que a todos les irá bien, sino como coexisten TANTOS. Dentro de ellos, por supuesto destaco el café Tortoni, que visitamos el último día. Tan famoso, al parecer que tuvimos que hacer fila para entrar. Me queda pensar, que gracias a tantas librerías (con valores más accesibles), tantos cafés, tantos teatros maravillosos (más de 5 en una sóla línea de metro) los argentinos tienen una capacidad de comunicación mucho mayor a la nuestra. Se nota la confianza al expresarse, a diferencia a la timidez de nosotros los chilenos (en su mayoría).

-Otra de las cosas que llamó mi atención, que en lugar de zancudos o moscas, la ciudad estaba llena de libélulas. Por la calle como si nada, te topabas con uno de estos hermosos insectos volando hacia tí. Quizás se debía al clima de aquellos días, desconozco si será algo normal.
 
-Algo que me intriga, hasta ahora, es la ausencia de perros vagos en la calle. Lo cual comparado con cualquier ciudad chilena es impresionante. Quisiera saber si hay leyes más estrictas respecto a la tenencia responsable o bien simplemente la cultura es mayor, algo más malo no quisiera imaginar.
 
-¿Lo feo? pude observar muchas, tal vez demasiadas personas en situación de calle a lo largo de la ciudad. Casi en todas las cuadras.
 
Hay mucho que conocer, lo que obviamente en 4 días no alcanzas a realizar.
 
Hay una calle de las historietas o ruta del cómic, lo que se podría imitar perfectamente acá con Condorito, por ejemplo. Hay una picada del cuero, sector Murillo, donde hay todo tipo de chaquetas que puedas imaginar, a precios que ya quisiéramos aquí. Está la feria de antiguedades de San Telmo, llena, llenísima! se puede encontrar de todo. Caminito y sus mil tiendas, incluído el molestoso Maradonna que perseguía a mi prima.
 
En fin, el viaje se reduce a la degustación de alfajores, donde concluimos que "Cachafaz" le da mil patadas a los famosos "Havana", a los cafés, a la sidra, y a la caminata.
 
 
 
Sin olvidar por su puesto el tango callejero, muy bonito!
 

 

 
 
 

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